El texto completo en la edición impresa del Diario Perfil.
30 jul 2009
Libros
Esta obra de Raúl Waleis, como anagrama de Luis V. Varela, es la primera novela policial en castellano. Narra la historia del asesinato de una mujer, en París, y la investigación del comisario Andrés L’Archiduc. Varela, abogado y político, trasciende la anécdota del crimen de la baronesa Alicia de Campumil, acuchillada en el Bosque de Boulogne, para hacer una crítica al sistema judicial que favorece a los ricos: “Los nobles, los grandes, esquivan la responsabilidad y engañan a los magistrados; los plebeyos, los humildes, apresan al que creen culpable y le entregan a la justicia”.
L’Archiduc es un detective que para resolver el caso utiliza los recursos de la ciencia y la tecnología, además del conocimiento que le da la experiencia: analiza las huellas de la escena del crimen como un baqueano y confía en su instinto, algo que no implica, necesariamente, la violación de la ley.
La huella del crimen apareció como folletín del diario La Tribuna, de Buenos Aires, y luego como libro, en 1877. El rescate que hace Adriana Hidalgo de este texto incluye un excelente posfacio de Román Setton, también a cargo de la edición, donde analiza el recorrido del género policial y advierte sobre la recurrente omisión de Waleis/Varela en la que incurren muchos especialistas.
Este volumen es algo más que la vuelta de un incunable, sino la puesta en vigencia de un libro que evidencia los prejuicios y las divisiones sociales de la época, la dificultad de los desposeídos para acceder a un sistema de justicia que los incluía per se como culpables. Setton también advierte que el autor “pone de relieve... la injusticia para con la mujer y una violenta crítica a la desigualdad de los géneros ante la ley”. En ciento treinta y dos años los escritores pusieron en la ficción a muchos investigadores en los casos más truculentos e intrincados, aunque el escenario social donde el asesino ejecuta su plan poco o nada ha cambiado.
Publicado en la Revista Sudestada. Año 9, edición nº 81. Agosto 2009.
27 jul 2009
Historias con nombre y apellido
Laura Lampreabe, operadora de Casa del Sur.
Jorge Fernández Díaz
23 jul 2009
Poesía
Sólo sé que una vez fui Poncho Negro.
Y otra Sandokán,
enamorado para siempre de Mariana.
Así era yo. Valiente, inesperado.
No había lugar sobre la tierra.
Fui Bufalo Bill, corsario de galeones, escampavía.
(Estoy viendo la bondad ensimismada
en el volar voluntario de la tarde.
Recogiendo las hojas de los árboles,
llamándome).
Ahora estaba el mar con sus piratas.
Ahora era el sheriff desenfundando el Colt.
En ese tiempo inmóvil no existía el registro civil
ni las hembras dementes
o la sombría sangre de los desaparecidos.
A la hora de la siesta
las palabras latían desde lejos.
Eran campesinos de la guerra de España,
descamisados fecundando su odio,
el fascismo metido en cada sindicato.
Pero a mí me invadían el ocio y la ternura.
Era secuaz del viento en el tranvía,
la imagen deslizante de los cabellos sueltos,
la ciudad protegida por cocheros.
El domingo en forma de Visera;
el fervor era el puño de mi primo
en la tribuna. Y el gol de Ernesto Grillo.
Sentir por la radio que el zurdo Prada
lo tiraba a Gatica. Soñar con esa niña
de ojos claros que vivía en el barrio.
Y conquistar la murga de Portela,
peregrina y errante,
que insolente insultaba a esa vejez tan gris.
La vida era esa bolita azul, una puntera.
La casa de mi tía, la pelea en la plaza,
un zaguán carbonero y carbonario.
Manolete muriendo con su traje de luces.
John Wayne inventando otra historia de cowboy
en el Select Lavalle
desde una diligencia inmemorial.
Mi padre auguraba un futuro sombrío.
Y mi madre bordaba sus congojas
por un hijo perdido en imaginerías.
Mis hermanas invocaban a un dios mitológico
para que yo dejara de creerme Tarzán.
Me olvidaba la pluma cucharita.
No entendía el triángulo isósceles.
Ni las monocotiledóneas
ni a French o a Lavalle.
N o memorizaba el caballo blanco del manual.
Sólo los senos prodigiosos de la señorita Gloria.
Bellas eran las imágenes en los libros de Verne.
Los primeros secretos,
la eternidad gozosa ante tanta estupidez.
Era puro el contacto de la lluvia,
los potajes, la fiebre, el azufre.
Las manzanas perfumaban las sábanas del cuarto,
navegábamos en los paisajes de la luna
salvándonos de toda iniquidad, de todo templo.
Eran las moradas rebeldes,
los sagrados rincones
que la mirada perdida recorría
en los dudosos límites de cada profecía.
Así era la luz,
el reino de mis dioses tutelares.
Ahora me observo en esta fotografía.
Admiro mi alborada, mi ajedrez, mi sonrisa.
Esa linterna mágica que convoca los nombres.
Te restituyo las horas del milagro, capitán.
La billarda, la honda, mi caballo ensillado.
Los hijos en la noche deambulan por la casa.
Se hospedan en palacios,
se cuentan una historia de férvidos vestigios.
Y mis ojos se nublan.
La ausencia nos redime en un recuerdo abierto.
Ahora, que tengo cuarenta y seis años
y me arrojo al mar para salvar a un hombre que se ahoga.
Carlos Penelas, 1993
19 jul 2009
Historias con nombre y apellido
Por Jorge Fernández Díaz
lanacion.com | Información general | Sábado 18 de julio de 2009
18 jul 2009
Ideas
¿Para qué sirve el deporte?
Lejos de las respuestas convencionales, un filósofo propone discutir a fondo qué es y cómo puede contribuir a edificar una vida más feliz, con conciencia ciudadana y convivencia democrática.
Por Marcelo Massarino
La nota completa en la edición gráfica de la Revista Ñ, sábado 18 de julio de 2009, nro. 303, páginas 12 y 13
14 jul 2009
Murga
Durante una entrevista a la Revista Sudestada, de Buenos Aires, el murguero y bombista Teté Aguirre canta un tema acompañado por el ritmo que marcan sus dedos golpeando sobre la mesa de su taller, en el barrio de Villa Crespo, una tarde de Abril de 2009.
Para ver el post con la nota:
http://marcelo-massarino.blogspot.com/search?updated-max=2009-05-04T11%3A35%3A00-07%3A00
9 jul 2009
Deportes. Tiempo de Descuento
Hace 140 años había equipo
Lo cuenta de modo excepcional el periodista e historiador del deporte Víctor Raffo en un libro también excepcional: El origen británico del deporte argentino. La Guerra de las Rosas ocurrió 400 años antes y enfrentó a la casa de Lancaster con la casa de York, en una disputa de núcleos familiares por el trono de Inglaterra. El 4 de julio, de cara al partido final de una de las primeras temporadas de fútbol sobre suelo porteño, las autoridades del Buenos Ayres Football Club publicaron este texto en el diario The Standard: "Jugadores procedentes de Lancashire, o que estén a favor de la causa de la Casa de Lancashire, por favor, si es posible, concurrir con capas rojas y los partizanos de York, en blanco. Señores que tengan dudas sobre sus simpatías en la guerra, serán repartidos entre los equipos en el campo de juego".
La nota completa en:
http://www.clarin.com/diario/2009/07/09/deportes/d-01955436.htm
1 jul 2009
Viaje al interior del Posadismo.
Es la rama del trotskismo argentino menos conocida y más singular. Su referente, J. Posadas, fue jugador de Argentinos Jrs. y cantaba tangos de Gardel. Es inevitable el recuerdo de su tesis sobre los alienígenas marxistas, que lo identificó durante décadas. Hoy su hijo conduce el POR, defiende la gestión de los gobiernos argentino y uruguayo, y afirma: “Si lo dice Carl Sagan está bien, pero como lo dijo Posadas es un loco planetario”.
La izquierda en la Argentina tiene una rica historia de lucha con organizaciones que contribuyeron al desarrollo de la defensa de los intereses de la clase obrera y del pueblo. También tiene en su ADN la marca de la fragmentación y la división en tantos sectores, que es difícil llevar un mapa conceptual sobre el origen y destino de cada uno. Si hablamos en particular del trotskismo, la explosión y dispersión se da hasta el infinito. Así, desde Liborio Justo, Quebracho, considerado el padre de los trotskistas en el Río de la Plata, la reproducción de sellos no tiene fin. Pero hay un tema en el que hay un consenso generalizado: sin dudas, el fenómeno más singular en el panorama de los seguidores de León Trotsky es el Posadismo, la corriente que fundó J. Posadas y que tiene su propia IV Internacional. Sus seguidores continúan reunidos en el Partido Obrero Revolucionario (Trotskista-Posadista), editan el periódico Voz Proletaria y la revista Conclusiones desde un primer piso en la calle Matheu, en la ciudad de Buenos Aires. Con estas herramientas, difunden sus análisis y posiciones que, en el plano local, acompañan al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y al piquetero Luis D’Elía, líder de la Federación de Tierra y Vivienda y de la flamante Central de Movimientos Populares (CMP).
En el plano internacional, apoyan “a los camaradas como Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, que desarrollan en la práctica y en distintos niveles la concepción ‘del nacionalismo al estado obrero’”. Habitualmente ninguneados por la tesis de Posadas sobre la existencia de los platos voladores, la chicana fácil de quienes los critican es modificar el nombre del órgano de prensa del POR por el de Voz Planetaria. Sin embargo, las más de 1.500 ediciones del periódico indican que detrás de este grupo de militantes hay un pasado con días de gloria. En la actualidad, tiene organizaciones hermanas en Uruguay -donde integran el Frente Amplio desde su fundación y se presentan a elecciones con la lista nº 871- Chile, Perú, Grecia y Brasil...
Ver la nota completa en Revista Sudestada. Año 8, nº 80. Julio de 2009
27 jun 2009
Historias con nombre y apellido
Alberto Morlachetti, de la Fundación Pelota de Trapo.
Por Jorge Fernández Díaz
3 jun 2009
Miradas al Sur. Ezequiel Fernández Moores. "Queremos tanto al Barcelona de Messi"
Por Jorge Búsico
jbusico@miradasalsur.com
A una semana de viajar a Londres para participar una vez más como panelista en el congreso que organiza Play the Game, Ezequiel Fernández Moores –para muchos el periodista deportivo más lúcido y destacado de la prensa gráfica argentina– charló largo sobre la belleza que aún puede deparar el fútbol, sobre Messi, Huracán y los mitos de “la nuestra”, al calor de los oles, festejos y ruidos globales de la superfinal de la Champions que Barcelona le ganó al Manchester por 2-0, uno de los partidos más esperados y disfrutados de los últimos años.
Leer la nota completa en:
http://www.elargentino.com/nota-43245-Queremos-tanto-al-Barcelona-de-Messi.html
23 may 2009
Historias con nombre y apellido
Lidia Grichener, presidenta de Missing Children
Por Jorge Fernández Díaz
8 may 2009
Reseña. Anatomía de un simulacro
Marcelo Vallejos
2007. Editorial Leviatán.
160 páginas
El descubrimiento de una idea original y revolucionaria puede surgir, simplemente, de un golpe de suerte. El azar, tan amado como resistido aunque siempre enunciado, interviene y nos deja una sorpresa. Tal vez porque el espíritu santo escuchó las oraciones que le ofrendan millones de fieles en todo el planeta, nos dejó el cofre de la felicidad en el umbral de nuestra casa y, creer o reventar, la llave está debajo del felpudo.
En el plano literario una idea puede ser el germen de textos notables, concebidos con trabajo y dedicación por el escritor que busca cada palabra para lograr una narrativa que provoque al lector, lo saque de la rutina de pasar una página tras otra y lo involucre para que tome partido en la trama. Así sus sentimientos, pasiones y razonamientos quedan al descubierto en la intimidad de la lectura de una novela que elude las modas y los lugares comunes.
En tiempos de una literatura pautada por los parámetros del mercado, encontrar una narrativa como la de Marcelo Vallejos es una bocanada de aire fresco. Claro que un libro como éste sólo puede llegar a las librerías por un camino alternativo al que impone el conglomerado editorial de turno. Después está en la tarea del lector agudizar la mirada para detectar trabajos como Anatomía de un simulacro que recibió excelentes comentarios de los escritores Pablo Ramos y Vicente Battista. Es un texto tan potente como seductor donde el autor recorre el espinel de una historia que resulta verosímil por el perfil de los personajes y el clima asfixiante que rodea las acciones, en un pueblo inhóspito del sur argentino. El doctor Olevi, el juez Mendaci, el Soga Fajardo y otros son piezas de un juego de dominó, que es la propia historia, y actores una partida con final incierto. Sin embargo tenemos una certeza: una literatura meticulosa, cristalina y sin estridencias está en nuestras manos.
Marcelo Vallejos nació en 1962 y colaboró en diversos diarios y revistas argentinos. En 2003 escribió Anatomía de un simulacro que publicó Leviatán cuatro años más tarde.
M.M.
Publicado en la edición gráfica de Sudestada, edición nº 78, mayo 2009.
4 may 2009
JORGE NEWBERY. De pura cepa, como dice su tango
El muchacho elegante tenía los ojos color de cielo y una sonrisa blanquísima. Alzaba la ceja izquierda y una mirada dulce y profunda le otorgaba fortaleza y seducción. El tabique nasal desviado y una cicatriz desde el entrecejo hacia la frente eran las señales de la distinción de un verdadero bon vivant. Se movía en la noche del arrabal como pez en el agua. Ya de joven visitaba los tugurios del Camino de las Cañitas, en Palermo junto al Arroyo Maldonado, entre compadritos, malandras y respetables padres de familia que frecuentaban los prostíbulos y bodegones de las orillas de Buenos Aires. Sin embargo, eso no impedía que fuera protagonista de las fastuosas reuniones de la burguesía porteña en los salones más distinguidos y fuera socio del Jockey Club, de Gimnasia y Esgrima, de la Sociedad Sportiva y del Club del Progreso. Este personaje singular fue el primer ídolo criollo de los argentinos: Jorge Alejandro Newbery cumplió con todas los requisitos para ocupar ese cetro: murió joven y a lo largo de su corta vida –apenas treinta y ocho años- superó cuanto desafío se propuso; fue un protagonista excluyente de la vida social, deportiva y política del país; culto y con una sólida formación profesional su presencia despertaba admiración y respeto entre los hombres, como pasión y rojo carmesí entre las mujeres.
George heredó de su padre la pasión por la aventura. El norteamericano Rodolph Lamartine Purcell Newbery llegó a Buenos Aires en 1872 luego de la epidemia de fiebre amarilla que barrió con la población negra. Con veinticinco años instaló un consultorio odontológico en la calle Florida 125 y se adaptó inmediatamente al pulso de la ciudad. En su país fue soldado e intervino en la avanzada de Grant que concluyó con la victoria en la Guerra de Secesión y el fin del esclavismo. Tal vez influido por las visitas que el embajador plenipotenciario Domingo Faustino Sarmiento hacía en la casa familiar de Nueva York, es que Ralph llegó a este inhóspito lugar del Cono Sur. En 1873 se casó con Dolores Celina Malagarie Ramos, Lola, quien le dio doce hijos en doce años. Pero las obligaciones familiares no detuvieron su espíritu aventurero. Compró campos en la Patagonia, Buenos Aires y San Luis, por consejo de su paciente, el general Julio Argentino Roca y a menudo dejaba los instrumentales y tenazas con rumbo al Sur. La última vez fue junto a su esposa en busca de oro a Tierra del Fuego donde la muerte lo encontró en abril de 1906, a los cincuenta y ocho años de edad. El segundo de sus hijos y primer varón nació el 27 de mayo de 1875: Jorge Alejandro llevó en su sangre la herencia anglosajona de una familia proveniente del sur de Inglaterra y la temeridad aventurera de sus ancestros. De chico templó su carácter cuando a los ocho años su padre lo embarcó en un largo viaje rumbo a los Estados Unidos para conocer a los abuelos. De regreso, asistió a la escuela escocesa de San Andrés, en Olivos, y luego obtuvo el bachillerato en el Colegio Nacional. La familia ya vivía en la casona de Ituzaingó 11 (hoy Moldes 2368), en el barrio de Belgrano, junto a los apellidos patricios que se mudaron al norte para huir de la fiebre amarilla. Con 16 años volvió a Norteamérica y cursó dos años en la Universidad de Cornell y en el Drexlel Institute, de Philadelphia, donde tuvo como profesor a Tomás Alva Edison, el inventor de la lámpara incandescente. Allí cultivó su perfil como deportista y participó en torneos de boxeo, al tiempo que afirmó una convicción: el progreso viene de la mano del desarrollo de la ciencia y la investigación. A los veintiún años regresó a la Argentina con el título de ingeniero electricista y aceptó un cargo de jefe en la compañía Luz y Tracción del Río de la Plata aunque sólo por un par de años, hasta que ingresó a la Marina de Guerra donde obtuvo el grado de capitán de fragata. Prestó servicios en los cruceros Garibaldi y Buenos Aires. En 1899 fue comisionado a Londres para comprar equipamiento eléctrico y aprovechó para disputar y ganar dos campeonatos de boxeo, en el Athletic Club y el Germain Gimnasium, de Londres. Fue profesor de natación en la Escuela Naval y duró tres años en la fuerza. En el comienzo del siglo XX el intendente porteño Adolfo Bullrich lo nombró Director General de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, cargo que conservó hasta su muerte. En 1904 asumió la cátedra de Electrotécnica de la Escuela Industrial de la Nación que dirigía Otto Krause. En paralelo a una fructífera carrera profesional, Jorge Newbery moldeó su cuerpo como una argamasa sólida y escultural pues era dueño de un físico privilegiado que fogueó practicando boxeo, remo, lucha grecorromana, fútbol, esgrima, y natación. También intervino en carreras de automovilismo, aunque consolidó su fama de sportman, que lo proyectó a la consideración popular, como piloto de globos aerostáticos y aviones. De alto perfil en el ambiente social de la época, todas y cada una de sus actividades era seguida con especial atención incluso por los diarios de la época, más aún cuando la noche lo tenía como protagonista del espíritu festivo de su clase.
Ver el artículo completo en Revista Gabo. Año 4, nº 27. Abril de 2009.
http://www.gabo.com.ar
3 may 2009
Teté Aguirre. El rey del bombo
Y el Coco se callaba la boca. Miraba el suelo. ¿Por qué, Coco? ¿Por qué te callas la boca y andas escondiéndote? ¿Vos, Coco? ¿El mejor tocador de bombo? ¡Que no se diga! Porque vos sos el mejor de todos. Sin vueltas. Cuando te dejamos solo haces lo que querés con el bombo. La gente te aplaude. La gente te aplaude. Se vuelve loca. Por la espalda, por abajo la pata. ¡Dale, Coco! ¡Más fuerte, Coco! ¡Más ligero! ¡Dale, Coco! Pero soy el director. Yo siempre fui director. ¿No es cierto, Coco? Este año, y el año pasado, y el otro, y el otro. Siempre. La murga de Barraza, le dicen a Los Divertidos. Eso vos lo sabes.
De Un Bombo que suena lejos, Humberto Costantini
La voz de Teté Aguirre, grave y cavernosa, retumba entre las paredes del taller donde fabrica bombos, al fondo de su departamento en un primer piso del barrio de Villa Crespo. El sol ilumina la tarde y ese lugar en el mundo ––pequeño y repleto de herramientas, maderas, mazas y papeles que tapan la mesa de trabajo– es el único ámbito donde este hombre de setenta y cuatro años puede crear por afuera de su escenario natural: el empedrado. Porque Teté es la calle misma en tiempos de Carnaval, una suerte de guardián del Rey Momo que anuncia la llegada de los días felices con los sonidos del parche y el platillo. Personaje de culto para músicos y murgueros, nunca abandonó la esencia del murguista que lo mantiene vivo y le da energías para encarar nuevos desafíos arriba de un tablado con el grupo La Runfla. También como letrista y confeccionando bombos de manera artesanal. “A veces les hablo y les pido perdón: ‘mira, tengo que apretar las clavijas para afinarte’”, dice con la palabra y la mirada en el rabillo del ojo. Teté Aguirre, Héctor en su documento de identidad, es grandote y se peina para atrás con unos rulos rebeldes que caen, empecinados, sobre la nuca. Tiene un cuerpo macizo que aun con los golpes que le dio la vida lo conserva con una postura altiva pero serena. Sus manos y brazos han hecho miles de malabares con la maza de madera y los platillos. Y sus dedos no dejan de repiquetear cuando entona, con una sorprendente voz de jilguero, las canciones que compone desde hace tan solo quince años.
“Tengo proyectos y todo el tiempo se me cruzan ideas”, afirma mientras el meñique y el anular de la mano izquierda acompañan quién sabe qué melodía. ¿Será que Teté tiene la música en la sangre, en las entrañas? ¿Cómo hace para sacar esos sonidos de un instrumento rústico y más asociado al desorden que a la armonía musical? “No lo sé, me sale así”, responde. Será nomás que el ritmo del Carnaval se le escapa por donde puede. A veces por el bombo, otras por las letras y siempre por los ojos oscuros, por la voz de jilguero, por el vozarrón cotidiano y por el golpeteo de las yemas de los dedos sobre la mesa. Y aunque ya no puede pegar un salto, ensaya una patada al aire desde el inconsciente para liberar tanta pasión que fluye por las venas en glóbulos de colores brillantes y papel picado. Teté es también el esposo de “La Tana”, su adorable compañera, y el papá de Leandro, cantor y murguero. Y el camillero del Hospital Santojanni que le puso cinco estrellas a la camilla, el mismo que cantaba “Malena” a pedido de los médicos cuando la pasó brava después de un tratamiento de quimioterapia. “Dale, Teté, cantante un tango”, pedían. “Se volvían locos y a mi me servía porque me sentía vivo”, recuerda. Ya está, la Parca venía con la guadaña afilada pero no pudo asestar la chuceada. Apenas si le dejó un rasguño.
“Yo era de Palermo, el que tenía un taller en Villa Crespo era mi hermano. Acá estaba el hincha de Atlanta y el de Chacarita; la gente era diferente, estábamos contentos y tomábamos mate en la vereda. Y cuando una murga salía a la calle los pibes agarraban un baldecito para tocar. Tirabamos la manga en el boliche: ‘Diga… ¿me da las papas fritas?’. Y el tipo también te regalaba los maníes. Cosas de antes, cincuenta años atrás… ¡No! ¡Sesenta…! Tengo setenta y cuatro… ¡Dejate de jodeeer…!”.
M.M.
Fotos: Mariana Berger
Leer completa en edición gráfica de Sudestada, año 8 nº 78, mayo 2009.
Arráncame la vida
Yo tengo muchas ganas de murguear
y a todos ustedes pido que me acepten.
Cuando los bombos empiezan a entonar
esos compaces que el murguero siente.
Un pasito adelante y otro atrás
Así se baila cuando uno empieza.
Después los saltos y todo lo demás
y entonces quedan todos de la cabeza.
No digas más pavadas, por favor
la gente vive metida en otra cosa.
La plata no te alcanza para nada
no es como antes, todo color de rosa.
Yo sé que vos tenés buen corazón
y te olvidas de todo lo que pasa.
Tenés que laburar si vos podes
Para poder llevar un mango a casa.
Siempre estas bajoneada y con dolor
y no queres que el mundo se divierta.
La murga nuestra trata de borrar
el malestar que a este país aqueja.
Vení hablemos juntos, por favor
Los dos queremos una Argentina nueva.
El tema es la desocupación
hay que arreglarlo, sea como sea.
Coro
Si nos juntamos todos puede ser
poder lograr una patria divina.
Y así como decía El General
si estamos todos unidos, salvamos la Argentina.
2 may 2009
En una charla íntima y apasionada, el técnico de Huracán sostiene sus ideas: "No hay románticos y prácticos, eso sí que es una estupidez", dice
3 mar 2009
Arnaldo Calveyra. "No invento nada, sólo escribo poesía"
Recorre la estela de Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi. Profundiza en sus versos el vínculo entre poesía, política y lenguaje. Arnaldo Calveyra, poeta entrerriano, propone desde París un fugaz repaso por su obra, que respira humedades del Litoral.
El poeta está en París, pero no está. En su casa tiene una habitación donde guarda los papeles que lo transportan a una tierra de cuchillas verdes y surcos de agua que la abrazan; allí escribe en General Mansilla, su pueblo natal de la provincia de Entre Ríos. Es una Mansilla deseada y construida a semejanza de sus recuerdos y deseos, tan imaginaria como heterogénea y, al mismo tiempo, puesta en el verso es mucho más que todo eso. Porque en el tono expande el sentido del territorio. Un territorio que conoce y reconocemos a través del lenguaje, de la voz de los personajes del pueblo que toman la palabra y se apropian del aire, de los colores y de los sentimientos. ¿Cómo hace para fijar la vista sobre el papel e inventar un paisaje y la vida de hombres y mujeres reconocibles por las arrugas del anciano, las manos del campesino y los ojos del baqueano que leen el cielo y la tierra? Esta es una de las preguntas que recorre la obra de Arnaldo Calveyra.
“Es posible estar aquí y no estar aquí porque estoy allá. Me puedo remontar con gran facilidad y encontrar hasta los olores allá, en París, en un lugar neutro como mi casa”, afirma este poeta que se fue de la Argentina para escribir una tesis sobre los trovadores provenzales y se quedó en Francia.
Calveyra es también heredero y continuador de una poética entrerriana que tiene como referentes a Carlos Mastronardi -a quien considera su maestro- y a Juan Laurentino Ortiz, Juanele, dos hombres que trascendieron la frontera del Litoral e integran una tríada que comparte algunas de las “preocupaciones centrales” del propio Ortiz, como “la relación entre poesía, política y paisaje”, según la opinión del escritor e investigador Martín Prieto, autor de Breve Historia de la literatura argentina, aunque también agrega a la lista a Juan José Saer y Francisco Urondo.
Autor de obras como Cartas para que la alegría, El hombre del Luxemburgo, La cama de Aurelia, Si la Argentina fuera una novela, Diario del fumigador de guardia, El libro del espejo, El origen de la luz, Maizal del gregoriano y Diario de Eleusis, su poesía fue nuevamente publicada en 2008 por Adriana Hidalgo en un volumen titulado Poesía reunida, una edición al cuidado de Pablo Gianera y Daniel Samoilovich, que además escribieron una completa cronología sobre la vida de Calveyra. Este volumen, que reúne más de cincuenta años de poemas, supera la mera compilación para transformarse en uno solo, escrito poco a poco, desde los días del autor como fumigador en Ensenada...
M.M
Fotos: Mariana Berger
Leer la nota completa en la edición gráfica de Sudestada nº76, marzo 2009.
17 feb 2009
Huracán. ANGEL CAPPA ARMO UN EQUIPO QUE ENTUSIASMA HASTA A LOS NOSTALGICOS
En ocasiones el fútbol devuelve los hinchas a un estado primario de disfrute del juego y admiración por la estética, a pesar que el negocio y el espectáculo funcionan como un corset que aprieta pero no mata, por ahora, la sonrisa y la pasión bien entendida. Cuando el toque y la audacia de un equipo fundan una corriente de simpatía que circula entre los simpatizantes, más allá de los colores de una camiseta, es porque algo en la genética futbolera de los argentinos se reconoce como propia. Esto sucede con Huracán, que despertó con su juego la admiración de propios y extraños tras golear el viernes a Racing Club, por cuatro a uno, en Avellaneda.
Puede ser simplemente una casualidad, un hecho fortuito de los tantos que tiene la dinámica del fútbol. Sin embargo, algo de la memoria histórica del club de Parque de los Patricios se revela en los pasos de sus jóvenes futbolistas. Aunque Javier Pastore y Matías De Federico nunca vieron jugar a Carlos Babington, ni a Miguel Angel Brindisi o René Orlando Houseman, la forma de sentir y de vivir sobre el verde césped parece la misma. También es seguro que las charlas del entrenador Angel Cappa tienen el eco de las palabras que César Luis Menotti daba a sus jugadores en el mismo vestuario del Palacio Tomás Adolfo Ducó. Se vislumbra una memoria histórica en este Huracán modelo 2009, que resistió quiebras y disputas políticas internas, en medio de un discurso dominante que insiste en imponer la tesis de ganar no importa cómo ni con qué armas.
“Hicimos lo que Angel quería”, explicó De Federico mientras que el centrodelantero Federico Nieto reconoció que a él y a sus compañeros “nos convenció la idea de Cappa”. ¿Qué mejor cohesión que la creencia en las virtudes propias y el espíritu de grupo? La pregunta del millón es si Huracán podrá rubricar con más y mejores actuaciones estos primeros pasos en el Clausura. “Es un lírico, no va para este fútbol tan competitivo”, afirman sobre la propuesta de Cappa los integrantes del establishment periodístico y muchos hinchas del tablón. Encima, su perfil intelectual no se adapta al show televisivo del director técnico que gesticula y les grita a los futbolistas sin despegar el rabillo del ojo a la cámara más cercana. La condición de líder de grupo lo enfrenta, tal vez, al desafío más grande de su carrera: transformar en resultados concretos su idea que un rendimiento positivo del conjunto no implica abortar las virtudes individuales, sino que las revitaliza y potencia.
Lo cierto es que la vuelta al país del ex ayudante de Jorge Valdano lo encuentra en un club en crisis permanente y con un plantel sin nombres rutilantes, pero con jugadores que, poco a poco, forjan una convicción: jugar de igual a igual ante los mejores, aunque sus rostros no estén entre las difíciles del álbum de figuritas.
Diario Perfil, suplemento Deportes, domingo 15 de febrero de 2009.